Museo de la memoria, Alberto Campo Baeza

Alberto Campo Baeza nació en Valladolid en 1946 es un arquitecto español, catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid de 1986 a 2017. Su obra ha sido ampliamente premiada, divulgada y publicada tanto en libros como en revistas de arquitectura y se ha expuesto, además, en numerosas ciudades.

En el relato Quiero ser arquitecto de Campo Baeza este nos introduce a todos los estudiantes preuniversitarios del mundo qué comprende la arquitectura, lo que requiere, a qué nos conducirá, lo que podemos hacer mientras esperamos nuestro turno de empezar la carrera y nos presenta libros y maestros que le han ayudado, y a nosotros también nos puede ayudar, a desenvolverse y crecer en este grande y majestuoso mundo de la arquitectura.

El relato y la forma de expresarse del autor, cómo refleja en el texto su admiración por ese mundo resulta muy inspiradora y motivadora para alguien que puede estar planteándose estudiar el grado en Fundamentos de la Arquitectura y le puede ayudar a decidirse, o para alguien como yo que ya se ha decidido y está dentro del grado como motivación para seguir esforzándose e incluso generándole curiosidad de los secretos y cultura que alberga este campo.

«Un arquitecto es como un poeta, que coloca las palabras de tal manera que llegan
a emocionarnos
«

No sabría por donde empezar a comentar el texto ni si terminaría, pues han sido muchas las cosas que me han fascinado. Me ha resultado muy curioso un tip que él menciona para entender algo tan importante en este sector como es el uso de la luz y qué efectos tiene sobre las cosas con las que interactúa, y es el de escoger un objeto o maqueta y colocarla al sol y, desde distintas posiciones, sacarle fotos para ver como entra la luz en el objeto, cómo se reflejan las sombras y así entender como colocar algo que me apasiona tanto a mi como es la luz natural en las obras arquitectónicas. También destacaría lo importante que es ir practicando el reflejar en un papel mediante palabras o dibujos las ideas que tenemos en nuestras cabezas, pues algún día nos tocará construir lo que soñamos.

«En definitiva, merece la pena SER ARQUITECTO«